En un universo en el que todo tiene un por qué, un para qué y un de dónde, sería ilógico pensar que el sistema solar del que hacemos parte y cuya presencia fue decisiva para el surgimiento de la vida, al igual que para su mantenimiento, que los planetas no tengan papeles protagónicos en la dinámica terrestre en su conjunto.
El simétrico y matemático desplazamiento de los planetas por la bóveda celeste constituye un referente en torno a las coincidencias manifiestas entre lo estelar y lo terreno y entre lo cósmico y lo humano, de manera tal que dan luces para identificar e interpretar sus alcances ya que se trata de dos mundos que al unísono actúan y hablan de la existencia de unas poderosas sincronías a las que hoy la ciencia conoce bajo el apelativo de ’relojes biológicos’, los cuales son referentes teóricos de los poderosos lazos que lo entrelazan todo y que terminan convirtiéndose en esos hilos sutiles que cumplen el papel de conjugarlos.
La sincronía manifiesta entre los movimientos estelares y los terrestres hace entrever que el ser humano puede conocer las estrellas a partir de la observación de sus propios ritmos; pero también le es posible hacerlo mediante la valoración de la dinámica estelar.
Las raíces etimológicas del término ‘planeta’ se refieren a ese punto celeste que para el observador terrestre se desplaza y tiene una particular injerencia en aquello que toma vida en un momento dado, dando pie a que estos astros que le acompañan en su alumbramiento mantengan sus estructuras; simbólicamente puede decirse que es como si el cielo se detuviera en su conjunto rebobinara lo acaecido y definiera las directrices sobre el camino con el que pretende ser consecuente.
Existen varias opciones para abordar la relación entre el cielo y la tierra descendió que históricamente ha sido fuente de grandes controversias y de pareceres encontrados entre los cuales se destacaba el tema de la dependencia de las estrellas y el del libre albedrío en aquellos tiempos nadie dudaba de la incidencia de los astros y de la dependencia de ellos. Se puede hablar de una dependencia, pero también de una sincronía y al margen de estas visiones evidenciar la existencia de influencias físicas puntuales.
Ante las frases ‘el universo se asemeja a una caja de resonancia’ o ‘lo grande lleva en su seno la semilla de lo pequeño’ o ‘lo pequeño cuenta con el modelo estructural de lo grande’ solo nos resta evidenciar la significación de contemplar la dinámica estelar como un referente de todo aquello que atañe a la realidad terrena y humana particularmente. Lo que en forma alegórica puede referirse a que el cielo es decisivo para indagar en los procesos terrestres y lo que sucede en el globo terráqueo es la clave para conocer lo cósmico.
El universo es una unidad, en la que todo está empalmado y en este sentido los griegos se valieron de la frase “música de las esferas” con el fin de reflejar la interrelación entre lo creado para lo cual en la actualidad se emplean términos como radiaciones, ondas o vibraciones.
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