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Los planetas

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Aproximarse a los planetas y a los signos en el ámbito astrológico se asemeja al aprendizaje de una nueva lengua, en el sentido que lo primero que se requiere es indagar en los glifos o en los diversos símbolos de los cuales se vale; en saber cómo suenan, cuál es la manera de pronunciarse y por último al conjugarlos cuáles son las interpretaciones que surgen.

 

Es de gran estima detenerse en la caracterología que tipifica a los planetas por los alcances que tienen para los seres que inician su vida en un momento dado y en su conjunto para los procesos vitales, de allí que su valoración y conjugación con otras variables de la carta natal, sea el referente estructural de los matices que permiten indagar en los pliegues de la realidad individual.

La presencia de un planeta en un signo es fuente de infinidad de apreciaciones que se asemejan a una historia por contar y cuya trama se evidencia desde la primera inhalación y se reitera a la hora de explorar lo que corresponde cuando la vida va transcurriendo. Por ejemplo, si en el mapa natal de una persona Venus se encuentra en Capricornio, es imprescindible profundizar en sus atributos con el fin de precisar las coincidencias o similitudes o por el contrario las divergencias o los conflictos que puedan surgir de esta amalgama. Si Venus simboliza el amor y al ocupar un signo de procesos largos, indica que sus sentimientos son duraderos, sus expresiones afectivas poseen solidez y cuenta con una capacidad muy alta de reciprocidad. Por tal motivo el intérprete de estas configuraciones estelares requiere tener presente un cúmulo de variables con el fin de llegar a determinados juicios en una u otra área de la realidad individual.

 Cuando el sol es el foco de las apreciaciones

Interpretar lo que sucede en el cosmos con base en la mirada que parte del sol es algo similar al director de una orquesta que se deja llevar por su experiencia y amparado en ella establece las reglas del juego con el fin de que la interpretación de una partitura se desarrolle impecablemente. Sin embargo, pese a la ascendencia que tiene en el grupo, no controla la situación personal de los músicos ya que ellos pueden apreciar las cosas con base en el sitio en donde están y es inevitable que miren escuchen e incluso se llenen de argumentos sobre lo que está pasando. Los niveles de afectación a los que se exponen son únicos e individuales, de allí que tengan experiencias buenas o malas; sensaciones y lecturas muy particulares de todo lo que ocurre en el escenario. Hay que tener presente que cada músico es un universo facultado para que su vida (fisiología, emocionalidad, intelectualidad, o espiritualidad) sigan el curso correspondiente y que tengan una vida propia, así avancen al ritmo de su maestro mientras terminan la ejecución.

A raíz de que los seres vivos han conservado de tiempos remotos la sabiduría suficiente para observar las cosas a partir del propio foco y para conectarse con el todo desde allí; se puede concluir que en su vida y por la dinámica biológica les es propia, carece de significación el análisis heliocéntrico, porque es con base en la tierra que se aborda el cosmos.